01. Incertidumbres globales y problemas en la cadena de suministro: el sector sigue viéndose afectado por perturbaciones globales, entre ellas las tensiones geopolíticas y los efectos de la COVID-19. La escasez, desde microchips hasta mano de obra, afecta a casi todos los aspectos de la cadena de suministro del sector automovilístico.

02. Electrificación (vehículos eléctricos): el desarrollo y la fabricación de vehículos eléctricos, incluida la mejora del rendimiento de las baterías y la ampliación de la infraestructura de recarga, son el núcleo de las actividades de desarrollo. Esto está dando lugar a un aumento significativo de la investigación y el desarrollo (I+D) por parte de los fabricantes de vehículos y los proveedores, aunque las tecnologías tradicionales (motores de combustión) seguirán teniendo una gran importancia en las operaciones y el servicio posventa.

03. Tecnología de vehículos autónomos: aunque el desarrollo de los vehículos autónomos se ha ralentizado debido al nuevo enfoque en el perfeccionamiento de los vehículos eléctricos, 2023 será un año récord para los vehículos semiautónomos y totalmente autónomos. Está prevista la introducción de vehículos con niveles de autonomía más altos (niveles 3 y 4 de la SAE), aunque los obstáculos normativos siguen suponiendo un reto.

04. Escasez de mano de obra y cambio de competencias: la escasez de mano de obra y el necesario cambio de competencias, sobre todo debido al paso de los motores de combustión a los modelos eléctricos, también tienen un gran impacto. Esto podría conducir a un mayor desarrollo de la robótica y la automatización en la producción.

05. Sostenibilidad e iniciativas ESG: Las iniciativas medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) ejercen una nueva presión sobre los fabricantes de automóviles para que supervisen y revisen sus cadenas de suministro. El sector se esfuerza por hacer que sus procesos sean transparentes y atractivos para los inversores en todo el mundo.